BERLÍN.- Feliz tras conquistar su tercer título mundial de F-1 consecutivo, el alemán Sebastian Vettel reconoció haber llorado y gemido con el casco puesto al final del Gran Premio de Brasil. "Lloré, y doy gracias a Dios de que el transmisor estuviera roto para que no pudieran oír mi gemido como en 2010", declaró a un periódico alemán.
A pesar de haber logrado su tercer título mundial a la edad de 25 años, algo que Michael Schumacher consiguió a los 31 años, Vettel no cree que eso signifique nada: "los récords de 'Schumi' están aún infinitamente lejos. Compararme con él no tiene sentido". "Claro que estoy en el centro de atención y la gente tiene expectativas puestas sobre mí, pero yo no soy ningún héroe", agregó.
Lo que sí tiene sentido, en especial para los 550 trabajadores del equipo Red Bull para el que corre el alemán, es el premio que recibirán. Cada miembro de la escudería será recompensado con unos 16.000 dólares (12.300 euros) por el triunfo que también consiguieron en el torneo de constructores. Vettel celebró ayer con todo el equipo en la fábrica que está en Inglaterra. (DPA-Especial)